Los menores deben ser el enfoque principal cuando se elabora un plan de tiempo compartido.

Se deben considerar primero las necesidades de desarrollo y las señales de estrés antes de atender las necesidades de los padres. Se debe considerar a cada menor de manera individual, ya que algunos pasan por una etapa más rápidamente, algunos tienen retrasos en su desarrollo y otros tienen necesidades especiales. El estrés continuo produce problemas graves y de por vida en el menor. Los padres deben recordar que los menores sobrevivirán a la separación, el divorcio y a los planes de tiempo compartido apropiados según su desarrollo, pero sufrirán con el conflicto continuo.

Se debe tener en consideración la relación del menor con cada uno de los progenitores cuando se elabora un plan para la crianza de los hijos. Si uno de los progenitores ha participado activamente en la vida del menor, el plan debe reflejarlo. Si uno de los progenitores ha tenido poco o ningún contacto con el menor, se debe elaborar el plan lentamente para reducir el estrés del menor. Si alguno de los progenitores tiene un problema significativo con el abuso de alcohol o drogas, enfermedad mental, control de la ira o carencia de aptitudes para la crianza de los hijos, esto debe remediarse primero. En ningún momento debería sufrir el menor un exceso de estrés, ni verse expuesto a una situación peligrosa, tal como la violencia intrafamiliar.

Los progenitores deben ser conscientes de que su actitud y su buena disposición a que el menor tenga una relación con ambos progenitores tendrán gran efecto en la adaptación del menor. Si el menor sabe que uno de los progenitores no quiere que vaya con el otro, puede empezar a comportarse mal y a tener problemas de adaptación. No se debe utilizar a los menores para vengarse del otro progenitor. Los menores necesitan que sus padres los animen a tener una relación continua con ambos progenitores/vida familiar extendida. Un menor atrapado en un conflicto desarrollará problemas graves para toda la vida. El objetivo es establecer una relación con el menor que sea positiva y que dure hasta la edad adulta.

Se deberán utilizar las siguientes pautas para elaborar un plan de tiempo compartido que refleje las necesidades del menor y su relación con cada uno de sus progenitores. Si el nivel de conflicto entre los progenitores es mínimo, y si ambos han participado activamente en la vida del menor, podría haber alternativas a lo que se presenta a continuación:

BEBÉS: de 0 a 6 meses

Tarea de desarrollo: establecer la confianza de que se cubrirán las necesidades básicas, tales como alimentación y crianza.

Características de esta etapa: el menor depende de otros. Llora para que se atiendan sus necesidades. No puede desobedecer a propósito ni comportarse mal deliberadamente. El humor le puede cambiar rápidamente de contento a triste. Con frecuencia, refleja el nivel de estrés del cuidador.

Señales de estrés: llanto en exceso, problemas para comer o dormir.

Necesidades del menor: el menor necesita atención constante por parte de los cuidadores y un horario predecible para satisfacer sus necesidades básicas. El menor responde cuando se lo toma en brazos y se le demuestra amor continuamente.

Horario de tiempo compartido: un hogar principal con el cuidador primario. No pasa la noche lejos del cuidador primario. Si el nivel de conflicto entre los progenitores es mínimo, se recomiendan visitas frecuentes y breves, al menos tres veces a la semana, con el progenitor no primario.

Horario de tiempo compartido a larga distancia: el progenitor no primario debe ir a visitar al menor con la mayor frecuencia posible.

BEBÉS: de 6 a 18 meses

Tarea de desarrollo: establecer un vínculo afectivo al menos con un cuidador.

Características de esta etapa: entre los 6 y los 9 meses, el menor suele mostrar ansiedad por separación o ante desconocidos (una buena señal de apego). Los menores que se van con desconocidos corren el riesgo de que les hagan daño. El menor puede mostrarse angustiado cuando deja al cuidador primario para irse con cualquier otra persona (INCLUIDO el otro progenitor que lo quiere). El menor, con frecuencia, sigue las indicaciones del progenitor primario para saber cómo reaccionar.

Señales de estrés: llanto, apego, miedo a las separaciones, rabietas, problemas para comer/dormir.

Necesidades del menor: un entorno predecible/seguro y constante, sin separaciones prolongadas del cuidador.

Horario de tiempo compartido: un hogar principal con visitas regulares (varias veces a la semana) con el otro progenitor, pero regresando al hogar principal para dormir. Si el menor conoce al otro progenitor y ha pasado períodos de tiempo regulares con este, el menor puede empezar a pasar más tiempo lejos del hogar principal. Se debe vigilar la conducta del menor para determinar el nivel de adaptación.

Horario de tiempo compartido en casos de larga distancia: el progenitor no primario debe viajar para ver al menor con la mayor frecuencia posible. El cuidador debe tratar de llevar al menor al otro progenitor. Si el progenitor no primario ha participado significativamente en la vida del menor, el menor podría pasar un período de tiempo similar al que se describe arriba. Si ha habido poca participación, el tiempo se debería aumentar gradualmente para cubrir las necesidades del menor. El objetivo es establecer una relación positiva, no una relación marcada por separaciones traumáticas.

NIÑOS PEQUEÑOS: de 18 meses a 3 años

Tarea de desarrollo: el menor desarrolla el sentido de independencia, autonomía y se siente a sí mismo como alguien aparte y distinto del progenitor.

Características de esta etapa: el menor constantemente pondrá a prueba los límites, no estará dispuesto a cooperar y será egoísta en ocasiones, mientras aprende a sentir su propio poder personal y diferenciación.

Señales de estrés: se muestra más irritable que la mayoría de los niños a esta edad. Demuestra ansiedad, miedo y preocupación, como se observa en el comportamiento del menor al estar apegado, tener problemas para comer/dormir y llorar con frecuencia. Podría haber una regresión a conductas anteriores, sentir miedo por separación y preguntar por el progenitor ausente.

Necesidades del menor: un entorno predecible, constante y seguro es fundamental. Los límites claramente definidos y aplicados ayudarán a que el menor se sienta seguro y a salvo.

Horario de tiempo compartido: después de los 2 años, el menor puede tolerar pasar la noche con el progenitor no primario si este ha participado activamente y de forma regular en la vida del menor. El horario debería continuar siendo predecible y con contacto frecuente con el progenitor no primario para mantener una relación sólida.

Horario de tiempo compartido en casos de larga distancia: los progenitores siguen siendo responsables de fomentar y desarrollar la relación padres-hijos. Se debe evaluar cada caso para determinar la capacidad del menor para tolerar el cambio, y la participación/compromiso previo con el menor.

PREESCOLARES: de 3 a 6 años

Tarea de desarrollo: aprender a tomar la iniciativa, lograr cierto control sobre los impulsos, relacionarse y jugar de manera cooperativa con sus compañeros, y comenzar el proceso de socialización.

Características de esta etapa: la atención se centra en los roles sociales y en la imitación de la conducta de los adultos. Esta etapa puede incluir pesadillas, monstruos inventados/fantasías y pensamiento mágico (si lo pienso, ocurrirá) que producen ansiedad. Existe una sensibilidad aguda ante los conflictos, estados de ánimo y sentimientos de los progenitores. La percepción del tiempo es limitada. El menor se beneficia del contacto frecuente por teléfono/en persona con el progenitor ausente.

Señales de estrés: miedo/ansiedad en exceso, incluido el miedo a la separación/abandono. Se culpa a sí mismo por las acciones de los adultos (incluido el divorcio). Muestra conductas regresivas, tales como chuparse el dedo, mojar la cama, rabietas, apego, etc. Muestra su angustia en los momentos de transición.

Necesidades del menor: tranquilizar al menor con abrazos y palabras como “te quiero, estarás bien, tu mamá y tu papá se encargarán de que sea así”. El menor necesita rutinas predecibles y constantes, con aviso por adelantado si hay cambios en la rutina. El uso de calendarios puede ser útil para darle al menor señales visuales.

Horario de tiempo compartido: el horario debe continuar siendo predecible y constante. Si el progenitor ha participado activamente en la vida del menor, se puede considerar que pase la noche con este. Se debe observar la conducta del menor para detectar señales de estrés cuando se producen cambios. El objetivo es garantizar que el menor se sienta cómodo.

Horario de tiempo compartido a larga distancia: los horarios reales variarán en función del temperamento del menor, de la capacidad de los progenitores para trabajar entre sí y centrar su atención en las necesidades del menor, y de si hay otros hermanos mayores. Por regla general, el preescolar que tiene un progenitor que ha participado activamente en su vida y tiene un buen vínculo con él, puede tolerar períodos de tiempo reducidos, desde unos pocos días inicialmente hasta unas pocas semanas a la edad de 6 años. La conducta del menor debe ser siempre la clave para saber cuándo aumentar o disminuir el tiempo.

MENORES EN EDAD DE ESCUELA PRIMARIA: de 6 a 10 años

Tarea de desarrollo: aprender habilidades para ser competente, aplicado y productivo. En este grupo de edades, la atención se centra en la escuela, las actividades externas y las relaciones con sus compañeros.

Características de esta etapa: el menor comienza a pensar de manera lógica, a considerar la perspectiva de los otros y a mostrar verdadera empatía, y ya no es puramente egoísta. Se desarrolla la percepción del tiempo, el menor puede mantener relaciones muy estrechas con el progenitor, incluso cuando pasa más tiempo alejado de este. El menor puede expresar el deseo de que las cosas sean justas, aunque le implique un costo en las áreas de desarrollo.

Señales de estrés: problemas con el rendimiento escolar o las relaciones con sus compañeros. Con la nueva capacidad para la empatía, el menor reacciona enérgicamente ante el dolor de los progenitores. El menor podría mostrarse triste, enojado, culposo, moral y justamente indignado, y declarar su lealtad al progenitor que siente que necesita ayuda.

Necesidades del menor: ayudar a resolver problemas escolares/con sus compañeros al comienzo de esta etapa. Tranquilizar al menor con explicaciones claras y fáciles de comprender. Alejar al menor de las disputas entre sus progenitores o evitar que se convierta en el cuidador de uno de los progenitores. Mantener la coherencia en las rutinas. Hacer concesiones con el horario de tiempo compartido para permitir que el menor participe en actividades externas y desarrolle amistades.

Horario de tiempo compartido: el horario más apropiado dependerá de la relación que el menor tenga con ambos progenitores, el temperamento del menor y el avance en su desarrollo. Esta edad puede tolerar planes de tiempo compartido del 50/50 SI ambos progenitores están de acuerdo en que es una buena idea, tienen estilos de crianza parecidos, se comunican bien entre sí y viven cerca uno del otro para que el menor pueda ir a la escuela fácilmente y conservar sus amistades.

Horario de tiempo compartido en casos de larga distancia: varía en función de las necesidades de desarrollo del menor, su madurez, la relación con cada uno de sus progenitores, la capacidad de los progenitores para comunicarse entre sí y el compromiso que demuestren para que funcione.

Normalmente, un plan se limitará a las vacaciones escolares y el verano. Los progenitores deben considerar las actividades del menor y la necesidad de pasar tiempo con sus amigos, además del tiempo que pase con cada progenitor. Los menores pueden resentirse si ven que uno de los progenitores interfiere en sus actividades o amistades.

PREADOLESCENTES: de 11 a 12 años

Tarea de desarrollo: lograr una sensación de control y comodidad con sus compañeros y con su sexualidad incipiente.

Características de esta etapa: el menor empieza a desarrollar el verdadero pensamiento abstracto y la capacidad de pensar en ideas hipotéticas. Puede comprender ahora las verdaderas razones del divorcio. Puede comprender una variedad de horarios de tiempo compartido, sin que necesite experimentarlos directamente.

Señales de estrés: desarrollo de conflictos de lealtad intensos. Actuar prematuramente como un adolescente, lo cual retrasa la verdadera madurez. Depresión, ansiedad, problemas en la escuela.

Necesidades del menor: flexibilidad en el horario de tiempo compartido para que el menor pueda desarrollar amistades y actividades externas.

Horario de tiempo compartido: los progenitores deben conocer el horario y la rutina del menor. Aunque algunos pueden seguir con el horario establecido para el menor que va a la escuela primaria, otros podrían tener que empezar a considerar la posibilidad de que el menor viva en un hogar principal o que pase periodos de tiempo más prolongados entre transiciones.

Horario de tiempo compartido en casos de larga distancia: similar al establecido para los menores que van a la escuela primaria. Los progenitores deben considerar cuestiones relacionadas con el inicio de la adolescencia y la importancia de los amigos.

ADOLESCENTES: de 13 a 18 años

Tarea de desarrollo: desarrollar una identidad que sea distinta de la de los progenitores. Independizarse con respecto a la familia y prepararse para la edad adulta.

Características de esta etapa: los adolescentes normalmente se alejan de la familia, física, social y emocionalmente, para hacerse independientes. Se resisten a participar en actividades familiares y cuestionan las ideas de los adultos.

Señales de estrés: incumplimiento de normas, mal comportamiento, retraimiento, aislamiento, depresión, abuso de alcohol o drogas, amenazas o intentos de suicidio y rendimiento escolar deficiente. Conflictos de lealtad que llevan a cortar el contacto con uno o ambos progenitores. La lealtad entre los progenitores puede cambiar con el tiempo. Puede llegar a actuar como maduro y convertirse en el cuidador de un progenitor afligido.

Necesidades del menor: protección ante los conflictos de lealtad. Coherencia de normas entre los hogares. Atención profesional oportuna para tratar problemas emocionales importantes.

Horario de tiempo compartido: horario flexible que muestre respeto en primer lugar a las necesidades del adolescente y en segundo lugar a las de los progenitores. Los adolescentes generalmente prefieren vivir en un solo hogar y tener tiempo compartido flexible.

Horario de tiempo compartido en casos de larga distancia: los progenitores deben centrarse en las necesidades del adolescente. Durante esta etapa, incluso en las familias íntegras, los menores dejan de interactuar con los progenitores con tanta frecuencia y se enfocan más en sus amigos/actividades. Un adolescente al que se le obliga a pasar tiempo alejado del hogar principal, donde se encuentran sus amigos/actividades, se resentirá con los progenitores.